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Sobre hacer producción artística, aquí y ahora


Afortunadamente hemos avanzado en el camino del conocimiento sobre la producción artística. El cine y la música han logrado aportaciones que dan fundamento a esta actividad en otras disciplinas. Sin embargo, es un campo aún difuso, lo cual en mi opinión, lo hace sumamente atractivo e interesante.


A lo largo de mi vida escuché varias veces lo importante que es decidir lo que se quiere hacer en la vida. Comprometerse con las responsabilidades de ser un adulto, independiente, productivo. En mi familia el trabajo siempre fue considerado un valor, algo por lo que se lucha y que nos ubica en el universo.


Comencé haciendo producción como muchas personas que conozco: por casualidad. Tenía amigos artistas, sabía mucho sobre arte y lo disfrutaba, y tenía habilidades que resultaban adecuadas para apoyar proyectos artísticos: comunicación, sensibilidad, creatividad, orden y disciplina. Así que simplemente hacía lo que pensaba que era útil. Fue años después que lo consideré una forma de ganarme la vida...o una profesión...un trabajo...o como quieran llamarle.


Traté de formarme en lo que pensé que podía ayudarme (dado que no existía una escuela de producción en mi ciudad). Hice una licenciatura en artes, una maestría en gestión cultural, tomé talleres, trabajé infinidad de veces a cambio de aprendizaje. Pensaba que en algún momento todo iba a cobrar un sentido muy claro, y simplemente encontraría una palabra, un "nombramiento" que explicara para mí y para todas las personas, cuál era mi labor en esta sociedad. De cierta manera, tenía razón...


Ser productora de arte en México el día de hoy me resulta un trabajo a medida. Nunca haces lo mismo, y nunca haces las cosas de la misma manera. Requiere comprometerte con una idea, que sabes que se materializará en algo, algún día. Sabes cuándo, pero no sabes exactamente cómo, por lo que tu impulso diario es eso, la idea. Personalmente encuentro encantadora la imagen de un grupo de personas trabajando por una misma idea. Creo que es algo que no es tan fácil de lograr en la actualidad.


Como productor, trabajas con todo tipo de personas con las que en el proceso requieres compartir experiencias muy humanas, emotividades, afectos, creencias, momentos de todo tipo. Implica un elevadísimo sentido del respeto, y una confianza muy sólida en los otros. Las situaciones a las que nos somete un proyecto artístico son muy variables, y en ocasiones, con alto grado de tensión y vulnerabilidad. Es delicado.


Nunca tengo claros mis horarios, ni mi lugar de trabajo, ya que cambian dependiendo del proyecto y de la etapa en que este se encuentre. Y aunque hay una metodología básica de la producción, cada proyecto tiene sus propias formas de resolverse, y el mismo productor puede terminar haciendo cosas completamente diferentes en distintos proyectos.



En algunos proyectos el productor coordina al equipo creativo, en otros administra los recursos, en otros los gestiona. En algunos, el productor requiere una presencia total en el proceso de creación, en otros se integra más adelante. A veces resuelve la logística, a veces los aspectos técnicos, otras la comunicación, muchas veces todo eso junto.


Me atrevo a decir que cada nuevo proyecto es una nueva expectativa en la que nadie del equipo sabe a ciencia cierta qué hará el productor (al menos no con todo detalle), pero se sabe que hay una necesidad, que hay un deseo, una intención, que hay una apertura de dejar que el camino se trace sobre la marcha, y que en algún punto, cada quién sabrá qué hacer. Es un trabajo que pone a jugar la intuición al máximo. La producción es para planificadores flexibles.


Así cada vez, la incertidumbre es nuestro material de trabajo. Pero con todo y esto, el productor debe velar por la plena realización del producto artístico, y es el responsable directo de que así sea. Es encontrar un equilibrio entre libertad y compromiso.


Cuando reflexiono en todo lo anterior me doy cuenta de que la producción artística es el trabajo ideal para mí, y seguramente para otros como yo, que disfrutan los cambios constantes, los retos creativos, no se adecúan a la rutina, aprenden rápido y sobre cualquier tema, tienen mucha energía, gustan de trabajar con otras personas y de compartir ideales y sobre todo, no les importa que nadie sepa con certeza a qué se dedican.







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